jueves, 1 de julio de 2010

Partitura


Por fin, el joven músico aprendió a leer partituras.

Sin embargo, estos extraños signos le eran nuevos y por más que investigó, no logró hallar ninguna pista (musical).
¡Y era tan obvio!
Por eso, cuando su vieja gata trepó ágilmente sobre el teclado del piano, el joven músico comprendió que se trataba de un concierto para violonchelo, piano y gata.

Violonchelo no tenía, pero mientras lo conseguía, se embelezó con las notas de aquel nuevo piano que pisaba una y otra vez su vieja gata sin perder de vista la partitura.

Disfrutó cada nota antes de que el viento las arrebatara a través de la ventana.

Entendió también que partitura significa partir, ir, salir. De modo que, al escuchar esa partitura ideó una gira, una serie de conciertos visuales a los que iría solamente con su vieja gata, su piano plegable, un violonchelo prestado (demasiado prestado: lo habían tratado como a violín prestado), y una maleta llena de finales felices.

Entonces comprendió en ese momento que tenía dos opciones: quedarse habitando en la nostalgia, o perseguir a través de la ventana aquellos sueños olvidados.

Fin.

Esperen pacientemente los capitulos anteriores.

¡Y colorín colorado, esta historia ha terminado!